El escritor que iba a ser fotógrafo

Entrevista a Martín Caparrós, Volantín Noviembre

Es alto y puntual. Llega unos minutos antes ala lugar de la cita para poder fumar un cigarrillo, puesto que sabe que en la ley 7575 prohíbe, en Tucumán, fumar en lugares públicos o privados de uso público. Pese a que lo invitan a pasar, respeta la norma.
Es alto, muy alto, o quizás así parece porque supera la media tucumana de altura, que es como de 1,70 m. Tiene una voz grave, que parece irse poniendo más aguardentosa con cada cigarrillo. Su bigote es un sello distintivo, es innegable que es Martín Caparrós.
El escritor estuvo en la provincia para presentar su muestra de fotografía “El Exterior” y su nuevo libro “El interior”. Ambos acontecimientos los realizó durante la Segunda Bienal Argentina de Fotografía Documental, que se desarrolló en la ciudad desde el 23 al 28 de agosto de 2006. Las exposiciones, además de la de Caparrós.
“Empecé a con la fotografía desde muy chico. Mi papá tenía un laboratorio amateur en casa. Luego seguí haciendo fotos durante la adolescencia. En realidad, en 1973 empecé a trabajar en el diario 'Noticias', para ser fotógrafo. Me dieron dos opciones, comenzar directamente en marzo, en la parte de fotografía, o en diciembre, para ser cadete hasta marzo que era cuando iba a empezar trabajar. Al final, comencé en diciembre. Un día, de casualidad, escribí una nota y me enganché con el periodismo. También publiqué algunas fotos en los medios que trabajé”, explica con total simplicidad una decisión, que por capricho de la vida le marcó su vocación.
En “El Exterior”, que es su primera muestra y se inauguró en el Centro Cultural Virla, Caparrós hace una selección de fotos que sacó en viajes al exterior. En cambio, en “El Interior”, su nueva publicación, recorrió 30.000 kilómetros del país, en dos años. “Para otros proyectos creé muchos esquemas y fracasé. Esta vez, sólo agarre mi coche y empecé a andar”, asegura el ganador del Premio Planeta 2004, por su novela “Valfierno”. Caparrós asegura que la principal diferencia que notó entre Buenos Aires y los pueblos de su travesía fue el manejo del tiempo. “No es tan enemigo en las provincias. Parece que la gente lo manejase más y no que él los manejase a ellos”.
Con respecto a la muestra de fotografía, el periodista asegura que la fotografía, “El Interior” y “El exterior” conforman un chiste triple. “Creo que la buena fotografía muestra el interior de las cosas y yo sólo me quedo en el exterior”, bromea.
Caparrós asegura que el gusta escribir, que incursionó en otros medios, como la radio y la televisión, para no aburrirse. Con respecto a la fotografía dice sentirse relajado. “Creo que soy un fotógrafo correcto. Tengo un talento para escribir, que para sacar fotos no tengo. La fotografía es más tranquila y me genera alegría”, explica.
El escritor confesó a Volantín que está trabajando en otro libro, pero no quiere soltar prenda. Sostiene que es una novela en la que se inspiró de una noticia de un diario, que afirma no recordar cual era. “Puedo escribir ficción e historia por igual. Y el disparador puede ser cualquier cosa, una noticia, lo que sea. Es algo misterioso, que nunca me detuve a analizar, ni pretendo hacerlo”, sostiene.
“El interior” y “El exterior”, palabras que parecen contrapuestas y representan una dualidad, fueron las que motivaron a este escritor, periodista y fotógrafo. Quizás, no son tan diferentes, sólo facetas, que pueden salir a la luz en cualquier momento, como dejar al descubierto un anhelo profundo, gracias a “El Exterior”, o delinear el perfil de un país con "El Interior"





Nació en Buenos Aires en 1957. Periodista, novelista y ensayista. Utiliza herramientas de la historia, de la literatura y de la reportería para escribir sus textos. Ha practicado periodismo deportivo, gastronómico, taurino, cultural, político y policial en prensa, radio y televisión. Comenzó su carrera periodística en 1973 en el diario Noticias. Entre 1976 y 1983 vivió en París, donde se licenció en Historia, y en Madrid. De regreso a su país dirigió los mensuarios El Porteño, Babel, Página/30, Cuisine & Vins. Ha publicado las novelas Ansayo los infortunios de la gloria (1984), No velas a tus muertos (1986), El tercer cuerpo (1990), La noche anterior (1990), La Historia (1999) y Un día en la vida de Dios (2001). También ha publicado el libro de ensayos La Patria Capicúa (1995), ediciones críticas de dos textos de Voltaire (El Ingenuo y la Filosofía de la Historia) y los tres tomos de La Voluntad: una historia de la militancia revolucionaria en la Argentina. Sus últimas publicaciones son los textos de Extinción - últimas imágenes del trabajo en la Argentina, una traducción en verso de Romeo y Julieta y Qué País, Informe urgente sobre la Argentina que viene. Sus crónicas periodísticas están reunidas en Larga Distancia (1992), Dios Mío (1994) y La Guerra Moderna (1999), producto de sus viajes por buena parte del planeta.


Un auténtico cronista

A fines de los ’80, tuve el privilegio de compartir con Martín Caparrós unas notas para la revista Página/30, él como redactor y yo como fotógrafo. Entre ellas una entrevista al entonces político novato general Bussi quién fue vapuleado por la palabra inteligente de este parsimonioso escriba, que preguntaba incisivamente mientras se retorcía la punta del bigote.
En aquel entonces, en alguna charla entre nota y nota me contó de su afición a la fotografía, que lo apasionaba, pero que no había sido desarrollada profesionalmente. Pensé que alguien intelignete como Caparrós, independientemente del lenguaje que use, debía tener cosas muy interesantes que contar, por lo tanto me intrigaba mucho ver sus fotos. Al poco tiempo comencé a verlas publicadas acompañando sus “Crónicas de fin de siglo”, siempre en Página/30, y me convencí más todavía.
Años después, hace unos meses nada más, mientras escribía su último libro, tuvimos una continuación de aquellas charlas sobre fotografía. Me contó que nunca había ido más allá pero que seguía fotografiando con pasión. Inmediatamente le propuse hacer su primera muestra en el marco de la Bienal de Fotografía Documental, cosa que luego de vencer ciertos pudores, aceptó.
El resultado está a la vista: sensibilidad y mundo recorrido, volcado todo sobre una buena base técnica es una buena receta. El cronista saltó de lenguaje y fue exitoso igualmente.

Julio Pantoja
Director de la Bienal Argentina de Fotografía Documental