¿Y la liberación femenina?


Son las 8,20 y la empleada todavía no llega. A las 9 hay que estar en el trabajo y los chicos ya deberían estar en el colegio (Papá salió de madrugada a trabajar). El bebé llora, apenas durmió anoche, tiene fiebre. La pava hierve, los niños se pelean, la camisa está arrugada (hay que plancharla) y la impresora interpreta una sinfonía de monótonos compases con los documentos que deben ser llevados a la oficina. 8, 50, llega la mucama; comienza una carrera frenética para dejar a los niños en la escuela y llegar a trabajar a tiempo, con la conciencia pesada, por haber deslindado la responsabilidad de un hijo enfermo a otra. ¿Y la liberación femenina?.

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